lunes, 2 de abril de 2012

Oscar Poltroneri. Una historia increíble.

Les dejamos el relato de un soldado argentino, que luchó solo, durante horas y horas frente a un gran grupo de soldados británicos. Vale la pena leer la historia, contada por el mismo Poltroneri.


—Yo estaba en el monte Dos Hermanas. Adelante nuestro estaba el regimiento 4 de Corrientes. Al costado teníamos al Regimiento de Infantería 7 de La Plata. Lo pasábamos todo el día en la trinchera. A veces bajábamos del cerro para matar un par de ovejas, sancocharlas así nomás y comerlas. Cuando venía un compañero de curso del teniente que me mandaba a mí, que se llamaba Llambías Pravaz, yo le pedía los binoculares y él me los prestaba Así vi cómo que desembarcaron los ingleses. Pasaron unos días desde el desembarco hasta que llegaron adonde estábamos nosotros. 

Esto fue ya en Junio. Estábamos en el Monte dos Hermanas, una noche yo estaba de guardia en la posición adelantada y escucho unas voces raras. No eran de los nuestros, no entendía lo que decían. Le aviso al Teniente, que viene con visor nocturno; los tipos estaban a 50 mts. Los Ingleses venían todos amontonados, tirando tiros por cualquier parte, gritando, tocando el tambor. Un soldado que estaba arriba del monte comenzó a tirales con su Ametralladora (MAG) Ahí nos vieron y comenzó el fuego cruzado. A mi lado cayo un compañero con la cara llena de sangre. a mí me dio impresión verlo, me dio más coraje, mas bronca... 
Tomaron todo a las corridas. Los gurkas mataron a un montón del regimiento 4 de Corrientes. 

.....Yo le daba y le daba a la MAG. Ramón, el que había caído al lado mío, era mi compañero de arma. él era MAG N° 2 y yo MAG N° 1. Éramos muy amigos, por eso me dio tanta bronca. Ahí me dije: "Si a él lo mataron a mí me van a matar también. ¿Por que me la voy a salvar?". Entonces tenía que jugarme....Era casi de día; yo tiraba y tiraba, mi abastecedor, el que le ponía las cintas a la MAG, estaba cansado, pero yo seguía y seguía tirando contra los tipos. No se la iban a salvar. 

--En un momento parecía que todos los Ingleses querían pararme, les jodía mi Ametralladora, sentía como pasaban las balas, a las trazantes se las veía clarito...Atrás de unas piedras estábamos nosotros amontonados, y a la orden de retirada, todos mis compañeros comenzaron a salir de sus posiciones, se fueron replegando hasta que en un momento estoy con mi abastecedor y el ayudante apuntador. Entonces les digo a los pibes: "Váyanse, repliéguense, que yo me quedo solo". Ellos no querían, me decían: "Negro, vayámonos todos, a vos solo te van a matar, te la van a dar". Yo les contesto: "No váyanse ustedes, tienen familia, amigos, todo". Yo también tengo familia, amigos, pero ellos siempre entienden. "¡Y váyanse de una vez, carajo, después voy a ir yo!". 
En tres oportunidades me quedé solo con la ametralladora, dándoles tiempo a los otros a que se replegaran. Los ingleses no podían avanzar, en cuanto levantaban la cabeza yo les sacudía. Vi caer a varios. En un momento me junte con un soldado, los ingleses se venían agachaditos. Entonces yo sentí una voz que no era una voz nuestra, era una voz inglesa y el soldado agarró una granada y se fue a tirarle a los ingleses. "vos quedate acá” me dijo. Se adelanto con la granada y se las tiró, pero se la devolvieron antes que explotara y le cayó justito a él y lo tiró para arriba y lo abrió al medio... y me quede solo otra vez. 

Solamente quedaba cerca de mí un Sargento, pero yo sabía que la señora de el, justo ese día había tenido una nena. Le había llegado un telegrama. Le digo entonces al Sargento: "Mi sargento, usted tiene un nuevo hijo en el mundo y tiene que verlo. Repliéguese. Déjeme a mi solo. Yo soy soltero y prefiero morir yo, antes que usted. Me voy a arreglar". y me arregle... 

El subteniente me decía: "Vámonos Poltronieri, que te van a matar..." Pero yo le decía que se fueran ellos. Porque yo sabía que el sargento Echeverría había tenido familia en esos días. Entonces les dije: Váyanse ustedes que tienen hijos, que tienen familia. Yo no tengo a nadie...". 
—Los ingleses venían cantando, tirando al aire, como de paseo... y bien chupados. Así que no le di bolilla al teniente y me quedé esperando que mi compañía se replegara. 
...A lo lejos veía como peleaba la gente del RI7 de La Plata, en Monte Longdon atrás nuestro cerca de la playa. Llovían las balas sobre mí, estaba solo. Me repliego y tiro, me repliego y tiro, hasta que llegué al pueblo... 

En Puerto Argentino les pregunto a unos soldados si sabían dónde estaba el RI6, yo quería volver con los míos, Ellos dijeron que habían pasado por ahí y que les dijeron que el punto de reunión del Regimiento era el cementerio. 

Cuando llego al cementerio ya habían pasado casi dos días, mis compañeros me ven y no lo pueden creer. Ellos pensaban que me habían matado los Ingleses. Y yo les digo: "Que, ?¡ Esos tipos a mi no me matan, que va´cer, me salvé, no me la dieron...!"Todos empezaron a gritar, a abrazarme, se me tiraban encima, como en la cancha al que hace un Gol. Luego me levantaron, me llevaron en andas, tenían mucha alegría de verme. Entonces lloré... Después me enteré que al hacer el parte, me habían dado por muerto o desaparecido, pero el Sargento contó que yo me había quedado en la posición tirando con mi MAG. El Teniente no podía creer que yo hubiera vuelto, me agarra y me da un abrazo, y me dice: "¡Poltronieri!". "Que va´cer", dije yo, "El destino mío era volver. Acá estoy". 


Cuando llegamos al Continente nos llevaron a Campo de Mayo y después en colectivo hasta el Regimiento 6 de Mercedes. Mi vieja estaba en el Hospital porque un día antes que yo llegara, habían ido los militares a casa y le habían dicho que estaba muerto, que no venía... ... cuando me enteré enseguida quise ir, pero me decían que no me iban a dejar entrar, pero fui igual, cuando llegue no me dejaban pasar, y le dije: 
“si usted no me deja entrar, les rompo todo. Usted que se piensa, yo recién vengo de la guerra y encuentro a mi madre tirada en una cama porque le dijeron que yo estaba muerto, y no estoy muerto, estoy vivo.” 
Como no entraban en razón me fui por la escalera hasta el piso donde estaba y entre en la habitación justo que una enfermera le estaba por poner una inyección. 
“No le dé nada -le dije- no le dé ninguna inyección, la inyección ya esta acá, acá vine yo, ella esta mal por mí.” 
Mi mamá se levantó y le dije 
“Quedate tranquila mamá, no llores, estoy vivo, así que quedate tranquila.” - y me la lleve a casa esa misma tarde. 

viernes, 30 de marzo de 2012

Héroes pese a todo.

Les dejamos la nota de opinión que publicó Román Lejtman hoy en el Diario La Nación.




Viernes 30 de marzo de 2012 


Héroes pese a todo

Por Román Lejtman  | Para LA NACION

Durante 30 años, la sombra tenebrosa de la dictadura militar ocultó la valentía de las tropas argentinas que pelearon en las islas Malvinas. Leopoldo Fortunato Galtieri ordenó la recuperación para perpetuarse en el poder, Jorge Isaac Anaya se asustó cuando hundieron el crucero General Belgrano y Basilio Lami Dozo fue incapaz de extender la pista en Puerto Argentino para que despegaran todos los aviones de combate. Esta mediocridad de la junta militar, sumada a las violaciones de los derechos humanos cometidos por el régimen, provocó una deliberada ausencia de reconocimiento público que se basa en dos causas concurrentes: pocos conocen qué sucedió en las batallas, y una simple mención al valor de los combatientes podía entenderse como un elogio encubierto a la dictadura militar. Entonces, la ignorancia y la eventual cercanía con los represores enterró un reconocimiento que debe expresarse sin prejuicios ni límites ideológicos.
El 21 de mayo de 1982, las tropas inglesas desembarcaron en la Bahía de San Carlos, sorprendiendo a los generales argentinos Mario Benjamín Menéndez y Oscar Jofre, que habían descartado ese lugar porque "no ofrecía características favorables para la operación de los buques". Menéndez y Jofre se equivocaron: ese 21 de mayo de 1982, los ingleses apostaron en la Bahía de San Carlos el transatlántico Canberra, los buques Fearless, Intrepid, Sir Percival, Sir Tristram, Sir Geraint, Sir Galahad, Sir Lancelot, Europic Ferry, Norland, Fort Austin y Stromness, el destructor Antrim y las fragatas Ardent, Argonaut, Brilliant, Broadsword, Yarmouth y Antelope.
En pocas horas, 4000 combatientes británicos iniciaron su marcha hacia Puerto Argentino. En el lugar, sin armamento pesado ni apoyo aéreo, se encontraba el teniente primero Carlos Esteban, que lideraba una sección de 62 infantes con armas livianas y una voluntad a prueba de balas.
"Los ingleses ya estaban cerca; oímos los helicópteros y veíamos los lanchones. Ocupamos las posiciones; tenía que mandar y hacerlo bien, tenía que cumplir la misión, tenía que salvar a mi gente y tenía que volver a ver a mi hijo. [?] El primero en aproximarse fue un helicóptero Sea King, con tropa y un chiringuillo de municiones. Abrimos el fuego y lo incendiamos; saltaron chapas por doquier, había heridos pero el piloto pudo apoyar la máquina sin destruirla. (?) De inmediato un helicóptero de ataque Gazelle se dirigió a nuestras posiciones. Apuntamos, hicimos fuego reunido y lo derribamos; se hundió en las aguas del río San Carlos. Los soldados tomaban coraje. Otro Gazelle viene directamente hacia nosotros. Repetimos la concentración de fuego y se desploma totalmente en llamas. No hubo chance de que se salvara nadie de la tripulación. Aparece un tercer Gazelle abriendo fuego. Creo que a estas alturas mis soldados se sentían invulnerables. Era un blanco perfecto. Vemos cómo cientos de proyectiles hacen impacto sobre él. Se incendia, y el piloto, con una hábil maniobra, logra posarlo detrás de una altura", describió el teniente primero Esteban cuando se le preguntó cómo había sido su enfrentamiento con las tropas inglesas.
Pocos conocen la actuación valerosa de Esteban, y siempre se hace referencia a la cobardía del torturador Alfredo Astiz en las islas Georgias, que se rindió sin disparar un tiro. En este punto, funciona el prejuicio: es más fácil y contundente contar que Astiz fue un cobarde que describir las acciones bélicas protagonizadas con valor por otros oficiales de la Armada.
El portaaviones Invincible era una pieza clave en la estrategia bélica de Gran Bretaña. Hundir al portaaviones era un golpe maestro contra las fuerzas inglesas y la estabilidad política de Margaret Thatcher.
El 30 de mayo de 1982, seis aviones de la Armada y la Fuerza Aérea volaron a la caza del Invincible. Pasado el mediodía, el capitán de corbeta Alejandro Francisco enciende el radar de su avión Super Etendard, detecta el blanco y dispara el último Exocet que le quedaba a la Armada. Con la estela del misil como guía, a 30 metros del agua, cuatro A-4C SkyHawk de la Fuerza Aérea avanzaron sobre el portaaviones para disparar sus cañones. Una columna de humo negro y naranja ya asomaba sobre el Invincible, evidencia irrefutable del daño provocado por el Exocet.
En ese instante, un misil Sea Dart impactó al SkyHawk del primer teniente Jorge Vázquez, lo parte en dos y termina con su vida. Segundos después, cae también el SkyHawk del primer teniente Omar Castillo, alcanzado por la artillería enemiga del buque Exeter. No fue en vano, el portaaviones Invincible quedó fuera de combate y regresó a Inglaterra sin honores.
La dictadura militar fue a la guerra para postergar su caída, su juicio histórico y su condena perpetua. Pero en las islas Malvinas hubo oficiales, suboficiales y soldados que fueron héroes. Se trata de una verdad que no puede negarse ni desaparecer con el paso del tiempo y las circunstancias políticas.
© La Nacion.

Naranjo en Flor. Música para disfrutar.

Un poco del inolvidable Polaco Goyeneche en Vuelo de Regreso. No hay nada más lindo que terminar la semana con buena música.

jueves, 29 de marzo de 2012


Un breve perfil de nuestro entrevistado de hoy, Ernesto Ekaizer.
Trabajó en la Revista Panorama y el diario La Opinión en la Argentina. Viajó a España y fue redactor jefe del diario La Vanguardia en Madrid y subdirector de la revista El Globo.
Además fue director adjunto del Diario El País, uno de los más importantes a nivel mundial.

Ekaizer es autor de varios libros:
José María Ruiz Mateos, el último magnate (1985)
Banqueros de rapiña (1994)
Vendetta (1996)
El farol (1997)
Yo, Augusto (2003)
Guerra y castigo (2004)

Bienvenidos al blog de Vuelo de Regreso con Román Lejtman. Aquí encontrarán información, notas, audios, comentarios, informes y mucho más del programa de Román Lejtman y todos los periodistas que trabajan en el. Los invitamos a participar, aportar y compartir.